miércoles, 2 de febrero de 2011

Gourtmet

Las artes culinarias son en cualquier estudio de etnografía una parte fundamental de cómo se expresa en un estilo de vida una ética, una forma de pensar.  Como alquimia los alimentos y su preparación reúnen toda una riqueza entre ingredientes, herramientas y procesos que identifica a una cultura.  Lo que para muchos puede ser asunto de saciar el hambre para otros es una expresión de su autorrealización y expresión de identidad, no solo comemos para saciarnos sino para estar más sanos, más bellos, más cultos y conocedores,  comemos para personificar un estilo de vida.

Que la dieta mediterránea es la mas sana, que se pone de moda hace una década la cocina peruana, que los solxs comemos mucho atún y de allí un nivel elevado de metales pesados en el cuerpo o que los vegetarinxs si no tienen el dinero extra que exigen los vegetales orgánicos, se mandan su dosis diaria de agroquímicos y pesticidas tan alta que -desde lo farmacologico y no lo ético- resulta mas sano comerse un buen bife.  O que de hormonas y antibióticos los pollos son tan portadores-trasmisores como si de una peste se tratase.  Que hay desde los 50s una gastronomía que propone transformar los alimentos -compuestos orgánicos: proteínas, hidratos de carbono, lípidos, vitaminas y minerales- a través de procesos fisicoquímicos en espumas, emulsiones, geles, crocantes u otras estructuras para manifestar sus propiedades mas intimas e infinitas en una gastronomía que se autodefine como “molecular”.  El chef "alquimista" mas reconocido y gran impulsor de esta gastronomía es Ferran Adriá desde su restaurante "El Bulli" en Rosas, España. Alli una reserva puede tomar meses y además de comer bien y estudiar se producen contenidos para revistas, libros y la web, una usina cultural.  Aquí en Buenos Aires hace poco en una  feria, un joven chef rosarino Damián De Lorenzi  por módicos diez pesos, invitaba a probar un menú que ofrecía desde ravioles esféricos que estallan literalmente al contacto con el paladar, foie gras con gel de mango, langostinos con algodón de azúcar hasta cabrito con espuma de leche de ajo. 

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