miércoles, 2 de febrero de 2011

No Logo

No Logo
 Lo elemental logra ser atemporal y las materias nobles resaltan más, libres de las excentricidades de la moda que puede pasar.   Formas simples en negro, blanco y rojo, una triada de colores que se repite en un juego entre lo moderno y lo oriental, casi zen y minimal.
En este fondo minimal “sin logos” -Naomi Klein, No logo: El poder de las marcas-, las líneas y las marcas lucen evidentes y se repiten simbólicas desde Adidas a las insignias de la aviación.  Mas de un siglo ya de marcas diseñadas donde las que recuerdan los primeros signos dejados por las comunidades nómadas al anudar juncos, resultan ser las mas memorables, perdurables en el tiempo y blindadas a los asares del remix-cultural.  Solo líneas negras sobre un fondo blanco –o viceversa- en cierto orden y vienen a nuestra menta imaginarios contenidos de distintas realidades cargados de significados y referencias, en este caso entre lo militar y los deportivo.  Con lo militar todo represión y las otras, las marcas deportivas “toda recreación”.  Así en sus últimas campañas -que ya llegan a la parodia de lo que podría ser un ejercicio de coolhunting- los modelos posan vestidos por equipos de estilistas y editores que ponen en duda todo lo que la idea del mix de los estilos callejeros representan. 
En medio de ese mix, hoy en su diversidad y estallido visual,  las comunidades “guardarropa” –Z. Bauman- tienen estilos personalizadas y otras claras marcas globales que se mudan cada tantas temporadas y algunas parecieran reciclarse para alcanzar la eternidad, superando quiebres históricos políticos con sus repercusiones económicas, resultando en casos favorecidas como las que consigna el poderoso grupo francés LVMH -Moet & Chandon, Louis Vuitton- dirigido por Bernard Arnault.  El negocio del lujo no tiene barreas políticas.
Mientras en el negocio del deporte, el estilo de tras tres líneas al costado, luce ahora acompañado con los nombres de las estrellas del deporte que firman sus zapatillas especializadas y las alianzas estilísticas de alucinantes resultados económicos con diseñadores de estilos tan disímiles como Stella  McCartney, Yōji Yamamoto (Y-3) o Missy Elliot, sin olvidar los últimos concursos de jóvenes creadores universitarios verdaderas usinas de ideas para la compañía que los departamentos creativos ha sabido aprovechar.

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