domingo, 13 de marzo de 2011

Espejismos

Narcisos

Ver nuestro rostro reflejado como en agua serena, ha sido una de las búsquedas constantes y en todas las culturas antiguas, un plato de metal bruñido, oro, plata o bronce ha sido venerado, heredado o llevado como ofrenda en la dote mortuoria para los dioses del mas allá.
Tanto doncellas como muchachos se enamoraban de Narciso a causa de su hermosura, mas él rechazaba sus insinuaciones y por un encantamiento en venganza Némesis lo enamora de su reflejo en la fuente y término fundiéndose el agua y allí broto la exquisita flor.

En la edad media además de escasos o tóxicos -algunos fueron de plomo y el nimio enveneno lentamente a sus usuarios- fueron considerados peligrosos objetos mágicos en buena parte de Europa y casi nadie se ufanaría de tener uno en casa.  Solo en las cortes el cristal de roca  -cuarzo  en su estado más puro- se empleo en espejos y objetos, pero ya en el siglo XIII se había inventado la fabricación de espejos recubriendo con plata o aluminio una lámina de vidrio, un principio similar a los que empleamos hoy. Primero fueron de mano para el tocador, luego de cuerpo y móviles.  Son  la maravilla que aun hoy deslumbra a los visitantes en la gran galería que refleja los jardines del palacio de  Versalles entre las rica ornamentación barroca.   En el siglo XIX pronto se masifico la producción y las superficies espejadas han acompañado primero entre recamaras y  salones nuestra ritualidad personal y luego en las calles expandiendo el aspecto y la experiencia de vivir en la ciudad.

Preciados objetos que pronto remplazaran al closet para salir.  Nuestra generación de los Narcisos digitales ya los prefiere como metáfora y frente a ellos posan por horas, en el  juego que  explorara que hay detrás del espejo y en la dicha, ser otro ser. Verse parece ser parte fundamental del ideal socrático de “conócete a ti mismo” pero son recurrentes las pesadillas y miedos que afloran en análisis con respecto a “el otro lado del espejo”, mientras en los sueños la realidad se desdibuja en espejismos o como en la feria donde algunos reflejos nos alargan, otros nos achatan, otros son como un panóptico, ojo de pez

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