jueves, 20 de octubre de 2011

Pancracio


En toda una mascarada poco cortés y galante, se ha convertido la lucha libre mexicana. Ha sido el verdadero espectáculo de masas superado solo por el fútbol durante años llenando escenarios y generando una gran industria cultural.
Pancracio deporte entre boxeo y lucha -parecido a las artes marciales mixtas modernas- o lucha que practicaron los guerreros griegos, tiene en México una versión caracterizada por su estilo de “llaveo” a ras de lona y aéreo.  Se dice Libre y mexicana porque así se popularizó esta combinación  en la técnica de combate cuerpo a cuerpo, salpicada de acrobacias, reglas y códigos tan mafiosos como traicionables y mucho de colorido folklore propio. Culinaria, tejidos, joyería y también las preciosas mascaras y shorts que llevan los musculosos luchadores en diseños de llamaradas, relámpagos o pieles y estrellas en lentejuelas y charol, que cualquier  Drag envidiaría.
Colorido, dramático, picante e intenso, está caracterizada por sus estilos de sumisiones rápìdas y acrobacias elevadas, así como saltos desde las cuerdas fuera del ring.  Casi todos lxs enmascaradxs la utilizan sus mascaras para crear identidades y una imagen que les dé una personalidad especial y memorable, representa la identidad e juego que pierde el super heroe devenido en simple mortal. Es lo que esta en juego, “perder la mascara” y así algunos la hayan retomado para otros encuentros -máscara contra máscara- o bien con uno no enmascarado -máscara contra cabellera-, los códigos señalan que al perderla no la pueden volver a portar nunca jamás en su carrera deportiva.
Que es mentira, que es puro drama y pantomima, kilos y dientes rudos por mostrar.  Dice wikipedia de  “Los exóticos” que son luchadores que presentan el estereotipo del hombre gay mexicano: guapachoso, alegre, amanerado, con un uso excesivo de maquillaje y vestimenta colorida y provocativa. Muchos de ellos han reconocido su verdadera homosexualidad, tal es el caso de Pimpinela Escarlata, Cassandro o Polvo de Estrellas” sic.

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