martes, 8 de junio de 2010

Vestirse es también un ejercicio de la memoria

foto Robert Mapplethorpe


Louise Bourgeois nunca pensó en una despedida. Siempre quería ofrecer una visión de los dramas y temores que conforman su arte, un cotidiano que solo a muerte debería apagar. Un arte que ofreció una detallada panorámica de los sentimientos que perturban al ser humano: la memoria, el dolor, las complejas relaciones familiares, un collage de las emociones de la escultora nacida en París 1911.

Nacionalizada estadounidense de su obra lo que mas conocimos fueron sus esculturas monumentales de arañas Maman, construcciones oníricas, surreales y en profunda relación con los temores del inconsciente. Maman anido en el Museo Guggenheim Bilbao en el 99, y repitió en la explanada de ingreso de la Tate en el 07. Tenso los hilos nerviosos del capitalismo en una retrospectiva en el Guggenheim de New York en 2008 y tejió algo casi como una retrospectiva que se inauguro en el Georges Pompidou en 08. En la actualidad y sin previo acuerdo con la muerte, se ofrece en Venecia una muestra que ha resultado ser un homenaje póstumo a la artista, fallecida el pasado día 31 de mayo a los 98 años, e infaltable allí esta como el símbolo de su obra, una gigantesca araña que da la bienvenida a los visitantes en la puerta de las bodegas de antiguos almacenes de la sal, transformados por Renzo Piano en el Museo de la Fundación Vedova. Se trata de Crouching Spider (2003), ya expuesta en la Bienal del año anterior, una alegoría de la figura materna. "La asocio a mi madre, porque la araña es un animal que se esconde en los ángulos y pone trampas. Los ángulos dan seguridad. Pero ella no caía nunca en la trampa, por el contrario, trataba de poner trampas a los otros", escribió la artista en el catálogo y realmente como una trampa su ultima araña fue de tela y trapo, una trampa que impidió que por muchos años su escritora reconociera la influencia de su familia en su obra.

Sus padres poseyeron una galería dedicada principalmente a tapicerías antiguas y unos años después de su nacimiento la familia se mudó de París y estableció un taller para la restauración de tapicería y tal ves de allí la fascinación por el mundo textil. Mundo bien cercano como atestigua la serie de cuadros expuestos ahora también en Venecia de esta ultima década, realizados con telas de vestidos suyos, de su madre o de otros seres queridos, que eran para ella una forma de "repensar la vida". Según Germano Celant, comisario de la muestra "Vestirse es también un ejercicio de la memoria. Me hace explorar el pasado, pensar en cómo me sentía cuando llevaba cierto vestido. Los trajes son señales de tránsito en la búsqueda del pasado", escribió la artista. “Y sedas, lanas y trozos de ropa, que montados forman imágenes del universo de Bourgeois, son expuestos como una invitación, como una tentación a exhibir un mundo interior, ha retejer historias y experimentar nuevas redes y afectos”.


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